¿El camino correcto?

Eso no resuelve. De eso no se entera nadie. Frases como esas se oyen decir con relación a una huelga de hambre, una carta denunciando un desmán o una marcha de protesta, efectuados por disidentes, periodistas independientes, blogueros y todo aquel que de una forma u otra decide enfrentarse al gobierno cubano.  Y estas expresiones no surgen de aquellos que defienden lo que se aferran en llamar revolución. No, provienen de los que sufren el totalitarismo cubano y lo detestan. Peor aún son los que arremeten con furia sobre una iniciativa que haya tomado un grupo o persona, por entender que la misma no está en consonancia con lo que ellos entienden como efectivo, atribuyéndole a esas iniciativas complacencia con el régimen o extremismo de derecha. Así, impartiendo golpes a diestra y siniestra, se malgastan energías necesarias para resistir el embate de un Estado todo poderoso y carente de escrúpulos.

Claro está que no todo lo que se concibe es lo más efectivo y puede estar sujeto a críticas. Sin dudas una acción coordinada con múltiples factores, que respondan a una organización de envergadura daría mayores resultados que acciones aisladas. Pero de todos es conocido que el gobierno cubano hace por ahora imposible lo último, y la deficiente comunicación con la población impide verificar la repercusión de las iniciativas. En estas circunstancias resulta difícil determinar si una acción es válida o no.  Es su efecto, traducido en trascendencia internacional y determinado eco en la población, así como la reacción del gobierno, casi siempre violenta, quienes la reivindican.

 La única crítica lógica y justa se avendría a las acciones violentas. Responder al terror con terror es el mejor regalo que pudiera hacerse a quienes llegaron al poder y lo mantiene por esa vía. Esa práctica extinguiría la exigua solidaridad internacional que hoy disfruta la oposición cubana y nunca el empleo de la violencia trajo buenos frutos al país. Los últimos 50 años lo confirman sobremanera.

Estableciendo un paralelo con la intención de sustituir el empleo de la energía fósilpor fuentes renovables, notamos que la solar, la eólica, la biomasa y otras no logran reducir sustancialmente  el consumo de las fósiles y es que la misma, a pesar de sus perversas cualidades para el medio ambiente, resulta la más económica. Esta situación no ha de cambiar hasta que el desarrollo de una o varias fuentes logren competir económicamente o que el declive de reservas fósiles incrementen sus costos, permitiendo la competitividad y superioridad de otras fuentes. Pero ese momento ha de anticiparse porque previamente se ha emprendido el desarrollo de energías renovables, a pesar de que el mercado indica lo contrario.  Aquí se cumple la teoría hegeliana de la transformación de la cantidad en calidad.  De la misma forma, la suma de las acciones opuestas al gobierno, las cuales  algunos juzgan intrascendentes, llegarán a derribar la censura y a hacer ineficaces todos los medios represión que hoy dispone el régimen cubano, alcanzado el punto crítico necesario.

 La descalificación y la crítica acérrima a toda iniciativa que tienda a resquebrajar la muralla  que impide el desarrollo del país,  la libre expresión y elección de la población sólo sirven para beneficiar y extender la vida del régimen. Cada nueva iniciativa distrae fuerzas de ese poder, que de lo contrario las usará contra iniciativas anteriores. Pero además no resulta justo ni ético restarle solidaridad a quienes con su actitud arriesgan su seguridad y la de su familia. En cubano; no debe dársele a quien yace en el suelo.

Independientemente de cualquier opinión, quienes se han enfrentado al gobierno han logrado lo más importante, aquello que hace temblar al opresor: han perdido el miedo.

 Emilio Hernández 25.11.09