Tras 65 años de dictadura totalitaria, el gobierno del partido comunista de Cuba ha llevado al país a una crisis total. Nada parece funcionar, excepto la represión, último recurso para mantener el poder. La situación le hace pensar a muchos que la tiranía se encuentra en su fase terminal, la cual culminará con la población en la calle. La experiencia histórica no confirma que un extremo empobrecimiento conduzca automáticamente a una rebelión popular. Las rebeliones requieren no solamente un alto nivel de inconformidad o desesperación. Otras condiciones son necesarias; como el grado de virtudes cívicas de la sociedad, las comunicaciones, organización y sobre todo, la esperanza de lograr el objetivo. Por otro lado, la dictadura puede maniobrar para impedir una estampida popular. Las ataduras que el sistema le ha impuesto a la economía, el propio gobierno las puede desatar, si con ello consigue asegurarse en el poder, sin ceder en el aspecto de las libertades políticas. No resulta moral, ni lógicamente plausible, que los causantes del desastre puedan lograr su remedio. La aspiración democrática no consiste en un anhelo perfeccionista. El deterioro de la sociedad cubana no ha sido solo generado en la economía. Después de más de seis décadas de ausencia democrática la sociedad se ha debilitado cívica y culturalmente, lo cual le imposibilita lograr un desarrollo sostenido y digno. Por ello, no puede existir verdadera solución sin libertad. Urge acelerar la caída del régimen y a la vez propiciar el renacimiento democrático.
Los cubanos vemos con preocupación la situación de la patria y esperamos la cercana la caída del régimen, a la vez que resulta preocupante que se produzca un vacío de poder o un cambio fraude ante el desplome inesperado. En ese sentido, varias iniciativas se han acometido en dirección a la concepción de un gobierno provisional:
_ José Daniel Ferrer, presidente de la Unión Patriótica de Cuba, junto a varios representantes de organizaciones disidentes en Cuba, emitieron en junio del 2021 el documento “Consejo para la Transición Democrática en Cuba”
_ Archivo Cuba coordinó en agosto del 2022 la divulgación de un “Compromiso Cívico de Transición a la Democracia”, el cual fue avalado por las firmas de más de un centenar de cubanos en 16 países, incluyendo Cuba.
_ Durante el Congreso “Va por Cuba” celebrado en Barcelona en noviembre del 2023, Eduardo Arias, residente en USA, presentó un “anteproyecto para el período de transición”
_ También, un participante del mencionado congreso, Legren Vélez, residente en Alemania, emitió en febrero del 2024 un anteproyecto de “Estatuto convocatorio Transicional Democrática Cubana”
Si he omitido algún proyecto, la culpa solo la tiene mi ignorancia.
Los proyectos coinciden en la necesidad de preparar las condiciones para evitar el caos tras la caída del régimen, por medio de un gobierno formado por cubanos residentes en la Isla, que deberá preparar las condiciones para que el pueblo elija libremente un gobierno e instituciones que representen un Estado de derecho.
Novedoso resulta, la propuesta de que el gobierno de transición sea acompañado y controlado por un poder legislativo y otro judicial, así como posibilitarle a la población el ejercicio del voto, aun durante la dictadura.
Sobre el último aspecto, se encuentra definida la utilización de una plataforma digital descentralizada y altamente cifrada que no permite leer el mensaje emitido a otro que no sea el destinatario. Es decir, no resulta posible controlar el voto.
A mi juicio, las limitaciones que observo en los proyectos mencionados son el poder de convocatoria y la falta de un escalonamiento en el tiempo para llevar a cabo las tareas propuestas.
El punto de partida de los proyectos es el establecimiento de un consejo, formado por dos miembros de todos los grupos y partidos contrarios al gobierno cubano. Pero, si quien convoca es uno de los grupos, ello crea suspicacia en relación a la ideología del convocante. Ello puede parecer un llamado a sumarse al proyecto en cuestión y no a un llamado a unificarse en la acción y la estrategia. Por ello considero que la convocatoria la debe ejercer un limitado grupo de personalidades. Estas personas serían las que convoquen a un consejo, que compatibilicen los diferentes proyectos para lanzar un plan de acción unitario. La convocatoria partiría de no excluir a ningún grupo o partido, siempre que el derrocamiento de la dictadura y la instauración de la democracia sean los objetivos aceptados.
En cuanto al escalonamiento de las tareas propuestas me voy a extender un poco.
Existe consenso en cuanto a la relevancia que tienen los cubanos residentes en la Isla para producir el cambio. Pero, situados en la realidad actual, el grueso de la disidencia está en la cárcel o ha tenido que abandonar el país. La población está más concentrada en buscar los escasos medios de subsistencia o emigrar. Ante este contexto, quienes disponen de mayores posibilidades de continuar e intensificar la lucha somos los cubanos que residimos en extranjero. Somos los que tenemos mayor acceso a la información y posibilidades de comunicación. Si la diáspora ha mitigado el hambre en Cuba, ¿por qué no puede ser capaz de asumir la oposición y a la vez preparar las condiciones para que el desenlace final se realice por los pobladores en la Isla? En ese sentido, considero que el consejo arriba señalado proponga y lleve a elección un gobierno en el exilio.
Los gobiernos en el exilio tienen un reconocimiento internacional que les permiten un número de acciones, tendientes a recuperar el poder en el territorio nacional. Durante la Segunda Guerra Mundial varios gobiernos recibieron el apoyo y reconocimiento internacional. En nuestro caso, existe un precedente histórico. Tuvo lugar en La Florida con la creación en 1995 de un “Gobierno Constitucional de Cuba en el Exilio”, presidido por el Dr. Morell Romero.
Imaginemos la repercusión que obtendría un gobierno en el exilio, respaldado por un número considerable de grupos y partidos de la Isla y en el extranjero, ratificado por miles de cubanos con sus votos. Ello permitiría acudir a las instituciones internacionales para exigir el respeto a los derechos humanos en Cuba y aislar diplomáticamente al régimen. A la vez respaldar financieramente a la disidencia interna, lograr la liberación de los presos políticos y fomentar células cívicas para prepararlas en la conquista del poder democrático.
La experiencia de tal gobierno serviría de base a la creación de un consejo para la transición en Cuba, cuando las condiciones de éxito estén presentes.
Cuba se encuentra en un momento crucial, urge actuar.
Emilio Hernández