Cuba y el mundo

Concluida la segunda guerra mundial y comenzada la guerra fría, la disyuntiva a que se enfrentó el mundo era entre el socialismo y el capitalismo. El politólogo Francis Fukuyama escribió en 1989 el ensayo “?El fin de la historia?” El autor asumía que tras la caída del muro de Berlín el sistema socialista había sido derrotado. Esto, sin imaginar que tres años más tarde la Unión Soviética se disolvería. El vaticinio, unido a la inesperada caída del país más representativo del sistema socialista, abrió esperanzas de paz y reconciliación mundial, algo, actualmente criticado como una ingenuidad occidental.


La crítica se fundamenta en los conflictos armados que con el inicio del milenio enfrentaron a occidente con el mundo islámico y más recientemente con las guerras en Europa, marcadas por lucha entre etnias y ocupación de territorios.
Pero en su percepción principal, Fukuyam no se equivocó. La idea del socialismo real fracasó. La economía de mercado se impuso a la economía de planificación centralizada. De ello tomó nota el gobierno chino e introdujo la economía de mercado en el país, lo cual catapultó a China a líder de la economía global. Su gato cazó ratones eficientemente. El éxito chino vino a confirmar el fracaso del socialismo como sistema económico.


Pero la experiencia china abre un nuevo espacio para las gobernanzas. Muchos políticos pueden entender que se puede gobernar dictatorialmente o autoritariamente sin llevar al país a la miseria. Incluso en los medios se escribe y comenta de las ventajas de una dictadura. Los puentes se ejecutan en breve tiempo, se combate más certeramente a las bandas criminales, son más convincentes para frenar epidemias, pueden ganar guerras, etc. Para políticos y partidos, convertirse o permanecer dictatorialmente, garantiza el poder por largo tiempo, así como impunidad. Solo requieren no dificultar el desarrollo económico, o al menos no hacerlo gravemente. Jugar con la cadena pero dejar quieto el mono.


En los Estados gobernados por el Islam carece de sentido esta discusión. Ninguna democracia puede basarse en un dogma.


Esta situación conduce a un nuevo dilema: democracia o dictadura.

Sin embargo, muchos no se percatan de ello. Especialmente en los países democráticos industrializados se relaja la atención sobre la defensa de la democracia, atribuible quizás a la decadencia. Los políticos se profesionalizan y muchos no terminan un estudio u oficio y tampoco obtienen una experiencia laboral, porque entienden que gobernar no requiere conocimientos ni práctica. Solamente guiarse por el Zeitgeist. Aplican el oportunismo y actúan tras el espíritu del tiempo, el cual viene marcado por una élite académica o profesional de cuello blanco que se siente segura económicamente. Élite cuyo mensaje es difundido por periodistas convertidos en activistas, olvidando su deber de ofrecer información imparcial. Esos políticos escudándose en la irreversible globalización, no protegen a sus pro ductores, creando una dependencia económica y política con países ausentes de valores democráticos. No se preocupan de los problemas escanciales de la sociedad; la seguridad, la educación, la salud, el trabajo, la familia. En su lugar, dedican su atención a problemas mundiales, lejos de la solución por parte de un país en particular, pero considerados modernos. Ven la defensa de los derechos de un grupo como el deterioro de los derechos de otros, creando conflictividad y división en la sociedad. El resultado de estas acciones o inacciones se reflejan en el ausentismo electoral y la apatía política de la población.


El gobierno cubano no necesita convencerse de las ventajas de una dictadura. Durante más de seis décadas, practican el totalitarismo y les ha ido muy bien. Han conservado el poder y lo han disfrutado sobradamente. Pero al convertirse el término dictadura en presentable, no han perdido tiempo para anunciarla desfachatadamente. La esposa del presidente, designado por el general Raúl Castro, ha tuiteado, con la anuencia o indicación de la Seguridad del Estado, que su esposo es su dictador y el de once millones de cubanos. De este modo, el Régimen ha dejado a un lado la cita del máximo líder “Cuba es el país más democrático del mundo” porque nadie se lo cree y acuden a proclamarse dictadura, algo que todo el mundo conoce. Se han curado en sinceridad.
Lo que aún le falta al Gobierno es convertirse en una dictadura eficiente económicamente. No ha sacado al país de la miseria, sino que continúan hundiéndolo en la misma. Les falta al gato que caza ratones.


A pesar de sus bravuconerías, han sido y son unos cobardes políticos. No se atreven a dar pasos que puedan restarle poder. Le temen al genio emprendedor del cubano, le temen a la libertad en cualquiera de sus formas. No obstante, el tiempo conspira contra su inmovilismo. Sus pasos parecen dirigirse al modelo ruso de Putin.


Se observa que en el período 2015-2020 la inversión en el sector turístico creció en un 162,75% (de 1.575 y 4.139 millones de Pesos) a pesar de que desde el 2017 se manifiesta un declive del arribo de turistas, y con ello la disminución de la ocupación hotelera, hasta alcanzar en el 2020 solo un 14%. Incluso en el 2019, antes de la pandemia, la ocupación cubrió un 38%. En los primeros tres meses del presente año el arribo de turistas fue un 94% menor que en 2020 y 96,72 menor que en 2019.


La mayor parte de estas inversiones fueron ejecutadas por la empresa Gaviota S.A. de la cual se desconoce quienes son sus verdaderos accionistas. La empresa es dueña de la mayor red hotelera de Latinoamérica y pertenece al consorcio empresarial GAESA dirigido por el general López Callejas, ex-yerno de Raúl Castro _1/.


Resulta incongruente este despliegue inversionista en un país que atraviesa una de sus peores crisis económicas, con un alto déficit presupuestario, endeudado externamente y envuelto en una crisis alimentaria.


La única explicación lógica es la de preparar una piñata, similar a la efectuada en Nicaragua, cuando los sandinistas abandonaron el poder tras perder las elecciones. Consistirá en crear por medio de la venta o asignación de hoteles a jerarcas militares y familiares de apellido Castro, una gama de oligarcas con los cuales compartir el poder.


El lema que difundirán esta nueva clase será:
Dictadura, o muerte para quien se oponga.

Emilio Hernández

_1/ Menos turistas y más inversiones hoteleras en Cuba: ¿qué hay detrás de todo esto? | DIARIO DE CUBA