Recorrido histórico de la Solidaridad con Cuba, CubaJournal 2004

La década de los sesenta enmarca la gran ola de la solidaridad con Cuba, con la Revolución Cubana,  su gobierno y su pueblo. Todo era una misma cosa para aquellos que incluso al margen de posiciones ideológicas optaron por apoyar una causa considerada justa. Personas de diferentes países y credos se unieron a esta ola, en cuya cima se encontraba la intelectualidad más progresista del mundo.

Nada tiene de extraño esta reacción mundial. Un grupo de guerrilleros a cuyo frente se erguían figuras carismáticas acababa de echar del país a una dictadura oprobiosa. Luego esta guerrilla en el poder, contando con el apoyo mayoritario de la población se enfrentó a los intereses de los Estados Unidos y estos respondieron con maniobras desestabilizadoras apoyando a sectores de la población y al incipiente exilio en actos violentos de todo tipo que llegaron incluso a la invasión y al bombardeo desde aviones.  Por otro lado se entendía que los sectores de la población  opuestos a los métodos y objetivos del gobierno revolucionario respondían a la clase privilegiada, la cual reclamaba la intervención armada de la potencia estadounidense.

Por último y no por ello menos importante está el hecho de que  la intelectualidad cubana se situara al lado de la Revolución. Ello unido a una inteligente campaña propagandística y al hábil manejo de política internacional por parte de la dirección del gobierno revolucionario contribuyeron a encauzar la solidaridad de forma  provechosa y eficaz.

Es cierto que muchos de los que hicieron oposición violenta al régimen provenían de las mismas filas insurreccionales yacusaban a  Fidel Castro de colocar en lugares claves a los miembros del PSP (Partido Comunista existente antes de la Revolución) con el objeto de establecer una dictadura personal, marginando a los revolucionarios que hicieron posible la caída de la dictadura de Batista. Estos opositores provenían de la clase media y tenían en su ideario el completo restablecimiento de la Constitución de 1940, caracterizada  ésta por un fuerte acento social demócrata.  También, que el decenio del 60  representó la época de mayor represión desatada por el régimen revolucionario en toda su historia. Pero los factores apuntados en los párrafos anteriores hicieron que estos hechos no tuvieran mayores consecuenciasen el exterior, como tampoco en el interior de la Isla.

Un hecho ocurrido en abril de 1971 creó un primer distanciamiento entre el gobierno y la intelectualidad cubana. El mismo tuvo aun mayor repercusión internacional. En esta fecha tuvo lugar el caso Padilla. Heberto Padilla ganó el premio Julián del Casal con un libro de poesía,  Fuera del juego, que fue considerado contrarevolucionario por las autoridades cubanas. El autor fue apresado y al ser liberado hizo público un mea culpa, donde implicó también a otros intelectuales. Se repetía así un guión conocido en la historia de la Unión Soviética y de sus satélites.

El apoyo de Fidel Castro a la invasión de Checoslovaquia, que puso fin a la primavera de Praga en 1968, crea también un descontento en determinados sectores en el extranjero, los cuales opinan que la Revolución ha perdido en originalidad, entregándose a las pautas del  estado soviético.

En los años subsiguientes,  Cuba se vincula al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y se inicia una política de subsidios y créditos, por parte de los países pertenecientes a esta organización,  que sirve para mejorar el nivel de vida de la población cubana, lo que encuentra mayor manifestación en los sistemas de salud, educación y deportes. Comienza un período de institucionalización, se pone en vigor una nueva constitución, modelada en la soviética. Se deja de apoyar la lucha de guerrillas en Iberoamérica para iniciar guerras convencionales en Africa. Este contexto hace que la solidaridad internacional se  restrinja fundamentalmente al plano ideológico, sin dejar por ello de ser fuerte. Las simpatías con Cuba se vinculan al socialismo real. Con ello el aparato propagandístico del campo socialista se suma al cubano.

Un suceso que pudo no haber tenido mayor relevancia acontece en 1980. Un grupo de jóvenes, utilizando un ómnibus se introduce en la embajada del Perú, donde este país le da acogida. Como castigo a la actitud peruana se decide retirarle la custodia a la embajada. En cuestión de horas 11000 cubanos traspasaron la verja del recinto para unirse a los solicitantes de asilo. Por un momento existe desconcierto en la dirección del país. Se crea una situación no prevista. Se requiere una válvula de escape para salir airosamente de los descontentos. El gobierno anuncia que no es Perú el destino pretendido por los inconformes, sino  los Estados Unidos. Por ello anuncia que los cubanos residentes en ese país pueden venir en embarcaciones a recoger de inmediato a familiares y amigos, habilitando para ello el puerto de Mariel. Unos 130000 cubanos se embarcan en esta flota, pero para ello tienen que soportar golpizas y vejaciones por turbas, que al grito de “que se vayan” castigaban este intento con “actos de repudio” aun frente a las propias casas de los futuros exiliados. Nunca se había experimentado en el país situación tan denigrante. Ello fue probablemente el acontecimiento que mayor desencanto provocara en la población cubana. El impacto de las imágenes causó internacionalmente un efecto brutal.

La situación cubana se mantiene estable no obstante hasta la caída del muro de Berlín. Muchos en el mundo que veían en el socialismo real una alternativa viable frente al capitalismo constatan que el sistema en el plano económico era un fracaso y pura ficción el apoyo que las poblaciones brindaban a sus respectivos regímenes. No obstante Cuba se mantiene y no es arrastrada en la caída de sus hermanos socialistas. Para muchos la Isla podría rectificar los errores del socialismo real, podría salvar la esperanza de garantizar una determinada justicia social, unido a mayores libertades de la población, y se esperaban cambios en la dirección correcta. Además se mantenía el diferendo entre los Estados Unidos y Cuba, pues las medidas del embargo económico se acentuaron.

Pero resultaba difícil creer que el gobierno de Cuba se propusiera cambios fundamentales. Desde la toma del poder de Gorbachov en la URSS Cuba dio muestras de no simpatizar con la perestroika y la glasnost. Se inició un  retroceso en los  avances alcanzados en la economía en la década del 80. Se eliminó el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, así como  los incentivos al trabajo, se prohibió la circulación de revistas y periódicos soviéticos y se redujeron considerablemente las publicaciones cubanas.  Pero la señal más evidente la dio en junio de 1989 el fusilamiento del General Arnaldo Ochoa y del Coronel Antonio de la Guardia, junto a otros oficiales. En un juicio posterior también fue condenado a 20 años (muriendo en la cárcel un año después) el Ministro de Interior José Abrantes y paralelamente intervenido y depurado este Ministerio por el de las Fuerzas Armadas. Las represalias continuaron ampliándose con la expulsión de cinco generales, la rebaja a coronel de otro y el suicidio de dos altos oficiales. La envergadura de las medidas tomadas no se correspondía con las acusaciones de tráfico de droga y corrupción y sí con el mensaje evidente a los militares y miembros del gobierno de que no se podía atentar contra la inmovilidad. Un mensaje parecido al dado por el dictador Franco quien dijera, “quien se mueva no sale en la foto”.

No obstante a mediados de 1993 Fidel Castro decide despenalizar la tenencia del dólar en manos de la población. El hecho se produce en el peor momento del llamado período especial en tiempos de paz, originado por la pérdida de los subsidios de las exportaciones cubanas, así como del mercado del bloque del este. En aquellos momentos  la casi totalidad de la población padecía hambre, independientemente  de si trabajaban o no, o de su calificación. En las ciudades podían observarse rostros cadavéricos. Estas imágenes solo se habían visto masivamente en el país durante la reconcentración, en la época colonial, cuando el  ejército español concentró en las ciudades a los campesinos para impedir que estos colaboraran con las fuerzas cubanas. Como efecto de la desnutrición una epidemia de neuritis hemorrágica provocaba ceguera y problemas de locomoción a miles de cubanos. Otros miles caían en las cárceles por el simple hecho de habérseles hallado dólares encima o en el registro de su vivienda  – bastaba un solo billete para justificar la sanción -. La situación en la sociedad se presentaba explosiva debido a que la producción y las importaciones no cubrían las necesidades de supervivencia. La única medida que a corto plazo podría significar considerables ingresos en divisas era la de permitir la entrada y libre circulación de los dólares de los exiliados y emigrantes cubanos. Ello resquebrajaba sin embargo la cacareada justicia social, lo cual originó fuertes críticas por parte de los defensores internos del régimen y muchos amigos en el extranjero.

La medida no pudo evitar sin embargo que en agosto del 94 se produjera una violenta protesta en la Ciudad de La Habana conocida como el maleconazo. Este hecho hizo recapacitar a la dirección del gobierno, la cual se vio obligada a permitir la reaparición del mercado libre campesino y liberalizar en cierta medida el trabajo, autorizándose una serie de actividades laborales por cuenta propia. También fueron permitidas publicaciones de  una visión reformista, al menos en el aspecto económico. También fueron creadas organizaciones no gubernamentales, con el objetivo fundamental de recabar financiamiento para determinados proyectos. Por otro lado se gesta en la población, aunque en forma muy limitada, un movimiento en pro de la vida civil. Así, se crean o fortalecen grupos de defensa de los derechos humanos, así como grupos de periodistas, sindicatos y bibliotecas independientes. Estos agrupaciones aunque prohibidas y muchos de sus miembros encarcelados o reprimidos por medio de detenciones o actos de repudio en sus viviendas fueron en cierta medida tolerados por el gobierno. Todo ello sirvió para fundamentar la solidaridad internacional, ahora alentada por aires de cambio y tolerancia en el orden económico social y político. Esta situación perdura hasta 1996 con el arresto de los dirigentes de Concilio Cubano, organización que pretendía la unidad de todos los grupos disidentes. Más adelante en un discurso ante el pleno del Comité Central del Partido Comunista, su  segundo secretario arremete contra las incipientes y controladas ONGs, revistas y publicaciones. Se restringe el trabajo por cuenta propia, aplicando impuestos confiscatorios, y se promulga la ley mordaza por la cual se puede encarcelar por largos años a quienes publiquen en el extranjero críticamente.

Así vemos que el panorama que presenta la Revolución a principios del siglo XXI ha variado bastante de lo que fuera a mediados del anterior.

A pesar de que el gobierno proclama el apoyo de la  población a todas sus medidas y lo demuestra con la alta participación de los electores en los procesos electorales – participación quizás solo superada en Irak durante el mandato de Sadam Hussein -, la realidad muestra algo muy distinto.

No obstante el interés del gobierno en mantener funcionando inalterablemente los sistemas de salud y educación, su calidad deja mucho que desear. En la salud se ha deteriorado la higiene, faltan los medicamentos y la atención del personal ha disminuido. En la educación el Estado se ha visto obligado a planes de emergencia para colocar al frente de la enseñanza a jóvenes con una preparación de meses. La razón del descalabro se debe a la deserción del personal en ambos sectores por falta de estímulos económicos. En el orden individual la población cubana ha visto disminuido su nivel de vida de modo drástico y para todos resulta evidente que esta situación se mantendrá sin grandes alteraciones, pues a más de diez años de iniciada la crisis no existe una estrategia por parte del gobierno para superar radicalmente la misma (de acuerdo a las estadísticas oficiales el promedio de crecimiento del PIB cubano ha sido de un 3,4% para el período 1994-2002, bajo el supuesto de que se mantengan estos índices tendría que esperarse al año 2006 para alcanzar el nivel del PIB en 1989, cuando se inicia la crisis). Los salarios percibidos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de los trabajadores y mucho menos las de sus familias. Solo aquellos que tienen un vínculo con el dólar logran estabilizar su economía. Este vínculo se alcanza por medio de las remesas de los exiliados y emigrantes cubanos o a través del contacto con el turismo. La otra vía lo constituye el tráfico ilegal de todo tipo, las sustracciones a las empresas y la prostitución. Otro recurso de salvación es la salida del país.

Un pueblo que vive esta situación no puede apoyar a quienes lo gobiernan por mas de cuatro décadas  y lo han arrastrado a este abismo insuperable. El gobierno tiene conciencia de esto y se aterroriza ante la posibilidad de que la población pueda alcanzar una oportunidad de libre expresión. Durante la visita del ex-presidente Carter, este tuvo la oportunidad de hacer pública la existencia de un proyecto avalado por mas de diez mil firmas de cubanos residentes en el país, con las cuales se cumple  el requisito contenido en la constitución de 1976 de convocar a un referéndum  para la modificación de leyes. Las modificaciones del así llamado proyecto Varela permitirían la amnistía para los presos de conciencia, que los cubanos pudieran invertir con el mismo derecho que hoy disfruta un extranjero y cambios a la ley electoral para poder convocar a unas elecciones libres. La respuesta del gobierno fue desmesurada. Utilizando los conocidos métodos de coacción presentó una enmienda a la constitución avalada por la casi totalidad de la población adulta, proclamando eterno el socialismo.

El número de exiliados y emigrantes ha continuado incrementándose y hoy se estima que su número representa el 20 % de los habitantes de la Isla. El origen social de esta diáspora no es el mismo que en la década del 60. Muchos de los nuevos emigrantes y exiliados vivieron decenios en la Cuba revolucionaria y por ello sus posiciones son más moderadas y de comprensión hacia la población que aun reside en el país. Por otro lado de manera considerable, intelectuales y artistas de todas las ramas se han sumado a este éxodo y muchos de ellos libran una misión esclarecedora de la situación cubana. El discurso de esta intelectualidad tiende a recuperar la memoria de la nación, indagar en las causas que originaron la situación actual y proyectarse hacia un futuro postcomunista. Este discurso gana cada vez más simpatías en el mundo. En contraposición  “la Revolución no tiene quien le escriba”, repitiendo las palabras de Manuel Vázquez Montalbán en su libro Y Dios entró en la Habana, pues el autor no pudo hallar “una obra de escritor cubano que se haya quedado en Cuba que transmita confianza en la situación” .

A pesar de la retórica antiimperialista del gobierno cubano nunca las relaciones de éste con el de los Estados Unidos han estada más cercanas.

Existe un convenio para la repatriación de los cubanos sorprendidos  antes de arribar a costas  norteamericanas. Desde finales del 2001 Cuba vienen efectuando importantes importaciones de alimentos en USA. No compra medicinas según propias declaraciones por resultar más caras que en otros mercados. Los alimentos adquiridos representaron en el 2002 el 20% de las importaciones totales en este renglón. Los exportadores norteamericanos calculan poder vender en el 2003 unos 510 millones de dólares, lo cual situaría a los Estados Unidos como principal suministrador de alimentos con una representación del 35%. Congresistas y empresarios visitan constantemente la Isla y en dos ocasiones la Cámara de Representantes, con mayoría del partido gobernante,  ha aprobado el levantamiento de la prohibición de viajar a Cuba por ciudadanos de su país, aspecto éste de central interés del gobierno cubano.

Algo que completa el panorama de la Cuba de principios del siglo XXI lo constituye la acción que emprendiera el gobierno cubano en marzo del 2003 coincidiendo en tiempo con la guerra en Irak. Estimando que el rechazo y la atención a la misma no permitiría excesiva alarma mundial por sus actos, la autoridad cubana detuvo y condenó en un rápido proceso a 75 disidentes, que de manera pacífica denunciaban violaciones a los derechos humanos y ejercían el periodismo independiente. Las condenas además de arbitrarias y sin brindarle a los acusados verdaderas posibilidades de defensa fueron en extremo crueles; fluctuaron entre 14 y 28 años; 1475 sumaron los años de condena.  Como si esto fuera poco, también en un proceso relámpago fusilaron a tres jóvenes, los cuales intentaron en forma violenta, pero sin causar daño físico a nadie, secuestrar una nave marítima para huir a los EEUU. Según declaraciones del gobierno cubano la condena  respondió a necesidades políticas.

Ésta fue la gota que colmó la copa y muchos simpatizantes dijeron como el premio Nobel de literatura José Saramago: “hasta aquí llegué”.

Toda esta situación hace evidente que el  único objetivo del gobierno cubano es conservar el poder a toda costa. Que  el dilema existente no se sitúa entre el gobierno cubano y el norteamericano, sino del primero con el pueblo, con la nación cubana. Es por ello que la solidaridad que pueda emanar de personas de buena voluntad, no cegados por una ideología que no repara en métodos para imponerse, es hacia el pueblo que sufre. Esta solidaridad encuentra su más bella forma de expresión en reconocer el derecho de la población a concederse libremente los gobernantes de su preferencia, a buscar fórmulas para salir de la crisis actual  y a proyectar su futuro. Por tanto, todo intento de impedir este derecho debe ser condenado.

Los cerdos de la granja de George Orwell lograron el reconocimiento exterior. Ésa fue su gran victoria. Se puede colaborar a la victoria del pueblo cubano negando a quienes lo oprimen el reconocimiento a sus desmanes.

Emilio Hernández