Una breve carta con larga extensión

El 20 de septiembre un grupo de artistas presentaron ante el Gobernador de La Habana una carta solicitando un permiso para efectuar una manifestación el 20 de noviembre. Los firmantes de la carta lo encabezan el dramaturgo Yunior García Aguilera, el cineasta Raúl Prado Rodríguez, el actor Reiner Díaz Vega y la editora Miryorly García Prieto. La carta forma parte de un proyecto nominado Archipiélago. Cartas similares, dirigidas a los respectivos Gobernadores fueron presentadas en las ciudades de Holguín, Santa Clara, Cienfuegos y Guantánamo.

La solicitud a las autoridades se avala tanto en el derecho a manifestarse pacíficamente, recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como en la propia Constitución de la República de Cuba en su artículo 56. Los firmantes aclaran que la solicitud ha sido redactada con tiempo suficiente para recibir una respuesta de las autoridades, por lo que de no recibirse una respuesta oportuna y fundamentada darán por aprobada la solicitud y ejecutarán la manifestación.

La  solicitud al gobierno cubano para la autorización a una manifestación en reclamo de los derechos ciudadanos y la liberación de los presos políticos, puede parecer ingenua. Puede parecer como una solicitud de permiso para manifestarse a la policía alemana. Pero en realidad, el contenido de la misiva responde a la experiencia obtenida después de observar la reacción del Gobierno ante las espontáneas manifestaciones de miles de cubanos el 11 de julio. El gobierno cubano, además de repetir los absurdos motivos que originaron las protestas, como el “el pago del imperialismo a los protestantes”  criticaron a los manifestantes por propagar del covid-19 y expusieron en los medios informativos solamente imágenes violentas, cuando en realidad la inmensa mayoría de los manifestantes  se mostraron pacíficamente.

La carta persigue en realidad derrumbar cualquiera argumentación para deslegitimar las manifestación; La fecha escogida para la protesta, coincide  con la apertura, a mediados de noviembre, del turismo y las escuelas. No podrá decirse que los manifestantes violan medidas de salud, cuando en la fecha se planifica la eliminación o reducción de medidas restrictivas en la sociedad establecidas a causa de la pandemia. Además los organizadores se comprometen a respetar las medidas sanitarias impuestas por el Covid-19. La manifestación será sustancialmente pacífica. Una de las demandas contenidas en la carta se inscribe contra la violencia y por la solución de las diferencias por vías democráticas y pacíficas. La organización no puede ser más transparente, cuando se expone el itinerario del recorrido de la marcha, el horario y la cantidad de manifestantes.

Sobre cómo reaccionará el Gobierno puede decirse con bastante certeza que  no permitirá la marcha o que la entorpecerá de forma brutal. Como un preámbulo a los acontecimientos, ya han detenido, interrogado y amenazado a Osvaldo Navarro Veloz, Juan Antonio Madrazo Luna y a Manuel Cuesta Morúa, todos firmantes de la carta. Previendo la reacción del Gobierno, la carta recoge también la solicitud de que las autoridades protejan a los manifestantes contra quienes intenten impedir el desarrollo pacífico de la actividad. También esperan el respeto al derecho de la prensa a informar en forma veraz sobre la Marcha, así como permitir el normal servicio de telecomunicaciones.

Independientemente de lo que pueda suceder el 20 de noviembre, los cubanos residentes en todo el mundo se preparan para expresar su solidaridad con las manifestaciones anunciadas en Cuba. En la ciudad de Colonia y otras ciudades alemanas por ejemplo, han comenzado a organizar manifestaciones coincidiendo con las proyectadas en la Isla. Haga lo que haga el gobierno cubano no podrá detener lo que los jóvenes cubanos iniciaron el 11 de julio.

Emilio Hernández