CORRIENTES Y VARIANTES DEL PERIODISMO CUBANO

 Conferencia ofrecida por Reinaldo Escobar en Bonn el 18 de Mayo del 2005

Los ciudadanos cubanos que residen en la isla tienen acceso a 3 diarios nacionales: Granma, órgano del Partido Comunista, Juventud Rebelde, de la Unión de Jóvenes Comunistas, y Trabajadores de la Central de Trabajadores de Cuba. En cada una de las 14 provincias hay un diario local. El precio oficial de estos periódicos es de 20 centavos, pero como los volúmenes de tirada son insuficientes, existe un mercado paralelo inoficial, fundamentalmente de  personas jubiladas que venden los diarios a peso.

 La revista Bohemia, fundada hace más de 80 años es la única que con una salida quincenal cubre informaciones generales. Otras publicaciones en forma de tabloide se especializan en noticias internacionales (Orbe), culturales (La Gaceta y el Caimán Barbudo) y con una salida irregular otras que atienden los deportes, las modas o la tecnología. La revista Temas y Cuba Socialista se dedican a tocar temas de carácter ideológico con un alto nivel académico, pero desde posiciones totalmente partidistas.

Dos canales nacionales de televisión con programación variada, más dos canales de  corte educativo y los llamados telecentros provinciales tratan de satisfacer la demanda de los televidentes, en tanto que 4 ó 5  estaciones de radio nacionales y al menos una por cada provincia lo hacen con los radioescuchas.

 Hasta la caída del socialismo en Europa podían adquirirse en los estanquillos revistas soviéticas, polacas, alemanas, búlgaras, húngaras, checas, chinas y coreanas, pero eso pertenece al pasado. Las únicas publicaciones extranjeras que hoy se venden en Cuba, se ofertan en algunas tiendas para turistas, donde es posible encontrar El País, ABC, Le Monde, Paris Match, Spiegel, con mucho retraso y a precios totalmente inaccesibles para un cubano de a pie.

Las antenas parabólicas y otras de UHV que, desde La Habana pueden captar señales televisivas extranjeras, están prohibidas por la ley, que además estipula que las antenas normales deben estar orientadas solamente hacia la recepción de los canales permitidos.

Por su cercanía con los Estados Unidos pudiera escucharse en la banda media, las transmisiones de Radio Martí, una emisora del gobierno norteamericano que transmite durante 24 horas especialmente para Cuba. Lo mismo ocurre con muchas otras pequeñas estaciones controladas por los cubanos del exilio, pero de estas cientos de horas de transmisión no llega ni un 20%, pues un sofisticado mecanismo de interferencia lo impide a lo ancho y largo de toda la isla. La interferencia se extiende también a transmisiones europeas.

En relación a Internet hay que decir varias cosas: en primer lugar que en Cuba no se venden ni computadoras ni módem a personas privadas. Que está expresamente prohibido entrar esos equipos desde el extranjero como un regalo para cubanos, y que no existe un servicio oficial de servidores de Internet para usuarios particulares pues está limitado a ciertas instituciones oficiales. Existe una Intranet totalmente controlada para instituciones médicas y científicas, y en la propia Internet se han bloqueado las páginas del nuevo Herald, Cubanet y Encuentro, que se dedican a dar noticias sobre el país. En algunos hoteles, los turistas pueden acceder a Internet pagando unos 5 dólares por media hora.

Algunos boletines impresos en Cuba por medios alternativos bajo la más implacable persecución y que responden a partidos de la oposición, pueden llegar a tener una tirada de cientos de ejemplares que circula entre los miembros de estas organizaciones de forma clandestina.

 La iglesia católica cuenta con importantes publicaciones, como Palabra Nueva y Vitral, que son prácticamente las únicas que de una forma moderada, con una tirada reducida publican artículos que se salen de la rutina oficialista.

 Hasta aquí lo que se refiere a los medios. En relación al contenido de las informaciones difundidas se pudiera reducir a lo siguiente: Cuba es el mejor de los mundos posibles y el resto del planeta una permanente catástrofe

Todos los periódicos, revistas, espacios de radio y televisión en Cuba responden justamente al calificativo de “oficialista”, no solo porque están sujetos a los mecanismos de control que aquí se explicarán, sino porque con una simple mirada, se comprueba que no existe ni una línea crítica a la gestión gubernamental y en su lugar muchas líneas, muchas páginas cargadas de apologías y triunfalismo. Según datos del último Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba en el año 1999 había 2 800 afiliados a la organización. (1799 hombres y 1001 mujeres).

 De forma general el periodismo oficial no miente de una forma descarada, sino que oculta o tergiversa.

Por ejemplo, cuando en Ginebra 22 países votan una resolución que condena al gobierno o que señala los problemas en el tema de los derechos humanos, no se dice que solo fueron 5 los países que tuvieron esa posición, sino que los que votaron lo hicieron por el mandato de Washington.

 El periodismo oficial no miente cuando afirma que en Cuba no hay niños descalzos, pero oculta la realidad que todos esos zapatos fueron comprados a un precio que no se corresponde con el salario que el estado paga a los padres de esos niños, y que, en una buena parte de los casos, el dinero para adquirir los zapatos lo envió un familiar de Miami, o se obtuvo por medios que el propio estado desaprueba.

 Obviamente, en el entorno de la prensa cubana, no hay o es difícil encontrar, personas “políticamente indiferentes”. Por eso y porque todo lo que se expone es a favor del sistema, solo es posible la existencia de dos tipos de periodistas dentro del sector oficial: los que creen firmemente en lo que escriben y los simuladores.

 A muchos les cuesta trabajo creer que una persona pueda ser decente, inteligente, bien informada y al mismo tiempo honesto simpatizante del sistema. Sin embargo hay casos. Conozco personalmente a algunos que exponen los siguientes argumentos:

1.      La falta de libertad de expresión y de asociación es una consecuencia de que la isla es una plaza sitiada por la mayor potencia imperialista del mundo, y de la historia, que ha impuesto un bloqueo que ya dura más de 40 años.

2.      Las conquistas en la salud, la educación y la seguridad social que expone Cuba no hubieran sido posibles sin la Revolución y serían revocadas o sufrirían un profundo retroceso si se produjera un cambio a la democracia y la economía de mercado.

Se pudiera agregar que esas personas han entregado lo mejor de sus vidas:  su juventud, a la causa revolucionaria y resulta demasiado traumatizante y desmoralizador reconocer que han estado en el bando equivocado durante tanto tiempo.

 Los simuladores son aquellos que escriben loas al sistema, pero en realidad no les gusta o quisieran que hubiera cambios radicales. Son muchos, aunque hay que reconocer que el sector de la prensa no goza de un número ni de una calidad de privilegios materiales que justifique la opción oportunista.

 Hasta finales de los años 80 ser periodista podía reportar la posibilidad de obtener un automóvil, viajar al extranjero, o ser beneficiado con la entrega de una casa, pero después de los 90 eso ha cambiado. Los salarios han subido, pero pocos profesionales de la prensa cubana que ganan más de 500 pesos cubanos como salario mensual, y eso es más o menos 20 dólares.      Simplemente muchos simulan porque les gusta ser periodistas y exhibir el status social que eso representa, dado el prestigio casi mundial de que goza esta profesión, más el contacto con las esferas medianas y altas del poder, lo que siempre reporta ventajas adicionales. Otros simulan simplemente por miedo, pues saben que si escribieran lo que piensan terminarían expulsados o hasta en la cárcel,  o porque no saben hacer más nada y no quieren trabajar en otra cosa para ganarse el pan.

 El drama del periodista oficial en Cuba es que cada día se le exige más. No es suficiente abstenerse de criticar. Ni siquiera basta con aplaudir. Es necesario aplaudir con mucho entusiasmo y si es posible con más entusiasmo cada día.

 Una lectura entre líneas arroja a veces la idea que el periodista está deseoso de decir otra cosa, pero quienes lo controlan no son tontos, muy por el contrario, son expertos en hacer esas segundas lecturas.

 Los mecanismos de control sobre la prensa en Cuba funcionan en cuatro niveles diferentes.

 En primer lugar tenemos al Departamento de Orientación Revolucionaria DOR del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Allí hay un nutrido grupo de trabajo que se dedica a analizar y clasificar todas las informaciones que se publican en el país. Se hacen “seguimientos” sobre temas y sobre autores.

 Teniendo en cuenta los anteriores análisis, más intereses de diversa índole, se confecciona un “plan temático” en el que se decide cuales serán los temas que debe y los que no puede tratar la prensa en Cuba, de cuál forma y en qué intensidad. Este control incluye también la música que se difunde en las estaciones de radio, así como, los videos musicales, telenovelas, o programas de tema científico que transmite la televisión. Periódicamente los directores de los órganos de prensa se reúnen para chequear el cumplimiento de este plan, que desde luego, es obligatorio.

Es el DOR quien designa, previa consulta al más alto nivel, a los directores de órganos de prensa, así como a los jefes de páginas o espacios especializados. Esto se extiende a los órganos nacionales, provinciales, estaciones de radio municipales, revistas especializadas, etc.

  El DOR atiende además de forma directa la Facultad de Información y Comunicación, donde se forman los nuevos periodistas. Controla sus programas de estudio e interviene en el proceso de selección de los nuevos ingresos.

 El segundo mecanismo de control es de carácter sectorial. Cada ministerio  o institución importante tiene un departamento de divulgación que estimula a los periodistas a realizar trabajos promocionales sobre su rama, atendiendo a los intereses propios del sector. Ellos son los encargados de realizar las coordinaciones para las visitas a centros de estudio, producción o servicios. Son los que escogen los sitios concretos donde se hace cumplir el Plan temático del  DOR, seleccionan las personas a entrevistar y en ocasiones “crean” las escenas  propicias para que se divulgue lo que a ellos les interesa. 

 Estos aparatos, que no tienen una función represiva, sino de coordinación, se ocupan de  atender a los periodistas que se especializan en su sector. Los invitan a las conferencias de prensa, reuniones, balances anuales etc. Generan estímulos morales y materiales,  y realizan valoraciones anuales o mensuales sobre cómo creen ellos que el periodista ha cubierto el sector. Estos informes resultan fundamentales a la hora que la dirección del órgano de prensa evalúa el trabajo de cada periodista con vista a categorizaciones salariales, promociones o entrega de distinciones.

El tercer mecanismo de control lo realiza el Ministerio del Interior. En cada órgano de prensa hay una o varias personas que se ocupan de atender la seguridad del centro. Ellos están al tanto, sobre todo de las personas más o menos “conflictivas”  e investigan las actividades extraprofesionales de cada redactor, fotógrafo, diseñador gráfico o cuadro de dirección. Más que controlar lo que publican (que también lo hacen)  vigilan lo que se comenta en los pasillos, lo que preguntó el periodista a un entrevistado (sobre todo si es extranjero) y si tiene contactos con elementos de la oposición o el periodismo independiente.

 El cuarto mecanismo de control es quizás el más eficiente y sofisticado de todos. Se denomina con un eufemismo: “autocensura” y es el resultado de la presión ejercida sobre el comunicador por los instrumentos anteriormente descritos. Funciona como una barrera psicológica que tiene una mayor o menor altura en cada individuo y se expresa concretamente en las acciones y/o omisiones que hace cada periodista para pisar terreno seguro y no acercarse (mucho menos traspasar) el límite a veces no muy claro de lo que está permitido. Por ejemplo, en más de 20 o 30 años al frente de la selección nacional de Boxeo de cuba, el entrenador Alcídes Segarra nunca recibió ninguna crítica de los cronistas deportivos. ¿Por qué? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero se sospecha que cuenta con el apoyo personal de Fidel Castro, y con eso basta.

 Unos días después de haber sido sustituido el ministro de relaciones exteriores, Roberto Robaina, sin que se ofreciera ninguna explicación satisfactoria, el jefe de estado cubano fue abordado ante las cámaras de la televisión por un grupo de periodistas cubanos en un evento, ni un solo periodista le preguntó sobre el tema. No existía ninguna prohibición expresa, pero estaba claro para todos que “eso no se pregunta”.

Para un periodista de la prensa oficial que cree en lo que escribe, la autocensura es un acto de militancia política. Es, para decirlo con la imagen de un trovador adicto al régimen “la mordaza-amor de un juramento”. Él confía en los compañeros del DOR, porque ellos son los que tienen todos los elementos para decidir por él lo que debe, y lo que no puede publicarse. Si fuera necesario ayudar en algo al que atiende al órgano de prensa por la seguridad del estado, colaboraría con un informe sobre un colega. Además, por disciplina, lo consulta todo con los departamentos de divulgación del sector que atiende.

Para un periodista  de la prensa oficial que se comporta como un simulador, la autocensura es una muestra de su habilidad profesional, es una forma de demostrar “que tiene talento” y vista larga para adivinar lo conveniente. Las restricciones que impone el  DOR son simplemente las reglas del juego que hay que cumplir y el compañero de la seguridad, el tipo del que hay que cuidarse. Con los aparatos de divulgación del organismo que cubre mantiene buenas relaciones, sobre todo pensando siempre en satisfacer los perfiles evaluativos y cuando se acerca la fecha del Día del Periodista y se organizan banquetes y paseos.

El periodismo independiente es, por definición el que difunde las informaciones que el gobierno censura o censuraría. Un periodista independiente no está interesado en duplicar el cubrimiento de un evento que informa la prensa oficial, y si lo hace es para ofrecer el punto de vista opuesto.

 La mayoría de las personas que trabajan en este sector no son graduados de la Facultad de Información y Comunicaciones de la Universidad, entre otras cosas porque, como hemos explicado, el DOR participa en la selección de los nuevos ingresos y además porque desde hace muchísimos años funciona una norma que rige la selección para entrar a la universidad y que se define en el siguiente eslogan: “la universidad es para los revolucionarios”.

 Hay que decir que algunos apenas saben redactar una noticia, en el sentido profesional del término, pero también hay que aceptar que ellos, al igual que sus colegas del periodismo oficial, tampoco mienten. La diferencia es que ellos no están sometidos a la censura ni se ven obligados a distorsionar ni a ocultar informaciones.

 Está claro que en el periodismo independiente hay posiciones de partido y que no es frecuente encontrar informaciones críticas hacia las actividades de la disidencia interna, pero está justificado, pues el espacio con que cuentan es tan limitado que en él solo caben las críticas al gobierno.

La totalidad de las informaciones que se escriben en el entorno de la prensa independiente aparecen exclusivamente en medios de difusión masiva publicados fuera de Cuba, bien sea a través de Internet (pagina Cubanet, Cubapres y otras), en el Nuevo Herald de Miami, en la emisora Radio Martí o en la revista Encuentro de la Cultura Cubana, especialmente en su espacio digital Encuentro en la red. Por regla general los periodistas independientes están conectados a Agencias que son los que sirven de nexo entre ellos y los periódicos o estaciones de radio que publican y pagan.

Aquí se abre el controvertido tema del pago por ese trabajo. Nadie, mucho menos un periodista, puede poner objeciones a que alguien cobre por el trabajo de informar. Cuando se conoce lo que cobra un periodista independiente cubano por una crónica, un reportaje, o una simple noticia publicada en el extranjero, la cifra mueve a compasión y dan ganas de demandar al órgano de prensa por excesiva explotación del trabajador. Pero cuando se compara esa cantidad de dinero con los salarios que se  pagan en Cuba a los profesionales de la comunicación, entonces se comprende que alguien pueda acusarlos de hacer su trabajo por el mezquino interés del dinero y de ser mercenarios de la palabra al servicio del imperialismo.

Lo que salva a los periodistas independientes cubanos de ser vistos todos sin excepción como dóciles asalariados del pensamiento imperial es el inconmensurable riesgo que corren por realizar su trabajo. Visto desde esa óptica, es decir en el equilibrio de costo-gratificación, los periodistas independientes cubanos serían los mercenarios peor pagados del mundo, y estarían tan mal pagados que se convertiría en un absurdo verlos como simples mercenarios.

 Esto no quiere decir, ni  mucho menos, que entre los periodistas independientes cubanos no sea válida también la división en dos grupos: Los que creen firmemente en lo que escriben y los simuladores.

     Como expliqué anteriormente al referirme a los periodistas oficialistas que creen en lo que escriben, a muchos les cuesta trabajo creer que una persona pueda ser decente, inteligente, bien informada y al mismo tiempo honesto opositor al sistema. Sin embargo hay casos. Conozco personalmente a algunos que exponen los siguientes argumentos:

1.      La falta de libertad que impone la dictadura es una forma para mantenerse en el poder, pues de permitir la libertad de expresión y de asociación el régimen se desmoronaría. El  conflicto principal no está entre el gobierno de Cuba y el gobierno de los Estados Unidos, sino entre el gobierno de Cuba y sus gobernados.

2.      Las conquistas en la salud, la educación y la seguridad social que expone Cuba no son tan sólidas ni tan ventajosas ni tan gratuitas como se dice y constituyen una ventaja demasiado pequeña si se les compara con el elevado precio de libertad individual que hay que pagar por ellas.

Se pudiera agregar que esas personas han entregado lo mejor de sus vidas:  su juventud, a la causa revolucionaria, bien como protagonistas del proceso o como víctimas de él  y resulta demasiado traumatizante y desmoralizador reconocer que sus hijos tendrán el mismo destino.

 ¿Quienes serían los simuladores dentro del periodismo independiente, y en general dentro de la oposición?

En primer lugar habría que situar a los agentes de la seguridad del estado infiltrados entre ellos, de los cuales hablaremos después, y en segundo lugar a quienes sólo tienen la intención de emigrar, y lo único que están haciendo es  construirse un aval para recibir el visado de exiliados políticos. Claro que estos últimos no serían revolucionarios convencidos que simulan ser opositores, sino simples emigrantes que pretenden agilizar sus trámites.

 Es decir, no existe la variante de una persona convencida de que el sistema es óptimo, o cuando menos aceptable y que ejerce el periodismo independiente solo por dinero o por alguna otra ventaja, o por miedo o presiones externas.

Ese espécimen simulador, que escribe contrario a como piensa, porque es un cobarde o un oportunista, solo lo vemos en las filas del periodismo oficial.

Dentro del periodismo independiente solo se puede encontrar, a lo sumo, el caso de quienes exageran, pintando la situación con tonos más terribles, con la única intención de hacer más vendible su noticia-mercancía, o quizás con el más sano propósito de llamar la atención sobre los problemas que expone, pero eso es otra cosa.

No puedo finalizar esta intervención sin mencionar que en estos momentos decenas de periodistas independientes están en la cárcel acusados de conspirar con la oficina de intereses de los Estados Unidos para derrocar la Revolución. Cumplen condenas de 15, 18 o 20 años, alejados de sus familias por cientos de kilómetros, en difíciles condiciones de vida y sujetos a una campaña permanente de difamación.