Caín y Caín

Siempre que se analiza la discrepancia entre hermanos surge la tentación de las comparaciones con sus referentes literarios, míticos o históricos: Príncipe y mendigo, Los hermanos Karamazov, Hades y Zeus; pero la más recurrente es la bíblica: Abel y Caín.

 Si la divergencia entre Fidel Castro y su hermano Raúl es una realidad, una leyenda o un performance inventado por ellos mismos, sólo se sabrá el día que se desempolven los archivos para desclasificar los secretos del proceso, o cuando alguno de los dos decida aclararlo.

 Hasta el momento solo se puede contar con la especulación de los especialistas, los rumores de los allegados y la evidencia de que se trata de dos individuos diferentes, cada uno con su personalidad y biografía propia.

Desde los primeros días de la revolución, Fidel aclaró que su relevo era Raúl. Lo confirmó en su discurso de clausura del V Congreso del PCC, cuando felicitó a los delegados por haber reelegido como segundo secretario a su hermano y el 31 de julio de 2006, cuando delegó en Raúl sus responsabilidades. Por su parte, Raúl Castro ha sido más enfático. Posiblemente no sea posible encontrar un discurso suyo donde no cite o mencione a Fidel, bien para respaldar sus propios planteamientos o para indicar dónde está la verdad y la luz.

El renombrado pragmatismo de Raúl no es otra cosa que el humilde reconocimiento de que el delirio es monopolio de Fidel. Su tendencia a mostrarse como más terrenal y preocupado por el día a día, sólo obedece al deseo de cederle a su hermano la parte de la utopía en el intangible porvenir. Cuando tomó posesión de su cargo como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, sorprendió a todos al someter a votación del parlamento la propuesta de que los más importantes asuntos económicos, políticos y de relaciones internacionales le serían consultados a Fidel. ¿Acaso no pudo ahorrarse semejante ancla?

 En sentido contrario no faltan las señales. No hubo hijos de Fidel Castro en los funerales de Vilma Espín. Desde que se alejó de sus cargos, Fidel Castro no ha hecho ni un solo comentario elogioso para respaldar la gestión de su hermano, y ahora reaparece en una aparente competencia de protagonismo. Fue Raúl quien liberó a los prisioneros que eran rehenes de Fidel. Pero nadie puede sustantivar con certeza cuál es el meollo de las supuestas diferencias.

 Según los teólogos, Abel ofreció a Dios una saludable y apetitosa oveja, mientras que Caín sólo llevó unas magras viandas. Se añade que la mayor gratitud mostrada por el Señor hacia Abel se debió a la buena fe con que éste hizo su ofrenda. Dicho reconocimiento fue lo que provocó la envidia y la ira homicida de Caín.

 Por el camino de las comparaciones con el bíblico referente, no encontraremos el motivo de la desavenencia. No hay notables diferencias en la calidad de los ofrecimientos, ni en el grado de fe con que los hermanos Castro hacen sus ofrendas al pueblo; parece evidente, pues, que no hay dos Abeles en esta Isla tan lejos del paraíso.

 Reinaldo Escobar, La Habana, 05.08.10

 Artículo tomado de http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/2720-cain-y-cain.html