Periodista independiente: Un oficio difícil

LA HABANA, Cuba.- A partir de 1959,  los cubanos renunciaron a la costumbre de expresar en público sus opiniones, especialmente políticas; como si la cuestión de quién y cómo se gobierna no fuera algo que atañe a toda la sociedad. La prensa reconocida legalmente pasó a ser un artefacto gubernamental, encargado de dar forma a la conciencia colectiva; para garantizar, por el embelesamiento o el terror, la obediencia. Separar la capacidad informativa de los intereses de la revolución (que por definición no puede ser democrática), es un imperativo de la vocación periodística.

 También fue ese el pecado original de Reinaldo Escobar, -periodista independiente, autor del blog Desde aquí– que hoy comenta aspectos relacionados con el fenómeno de la libertad de prensa en la actualidad nacional.

¿Cómo hacen los periodistas independientes en Cuba para acceder a las fuentes de información? ¿Es posible acceder a las instituciones?
 
 
La principal fuente de información para un periodista es esa zona de la realidad susceptible de convertirse en noticia. Un profesional de los medios suele tener su propia red de contactos en el área de esa realidad en que se haya especializado, sea el boxeo, la moda, los conciertos o intrigas palaciegas. En un país como Cuba, donde las instituciones monopolizan la información oficial como fuente de poder y control, solo se accede a la documentación sensible luego de un complejo entramado de permisos.

Como regla general, no es el periodista de los medios oficiales el que se pone a indagar en los archivos, ni el que sale a pesquisar los datos reveladores. Muy por el contrario, son las instituciones las que muestran al periodista autorizado lo que está “orientado” publicar desde la máxima instancia. De manera que el periodista independiente tendría que comportarse básicamente como un espía para enterarse, por ejemplo, del fracaso de la última cosecha de azúcar, o de cuánto dinero menos se recaudó por la entrada de turistas. El área informativa a la que mayor acceso tiene un periodista independiente cubano se restringe a las actividades de la oposición y la consecuente represión que estas conllevan. Aún así, no resulta factible hacer preguntas sobre un detenido en las estaciones de policía, ni asistir a un juicio o hacer visitas a los presos.

¿Cómo hacer una prensa libre sin libertad económica?
 
 
Como cualquier otro derecho, el derecho a la libertad de expresión tiene una base material que facilita o restringe su realización. En las condiciones de Cuba, quienes aspiren a hacer una prensa libre independiente del gobierno saben que nunca tendrán acceso a los micrófonos de la radio, las cámaras de televisión o las rotativas de los periódicos.

 Las opciones que quedan son colaborar con los medios ya establecidos fuera del país o intentar algo desde dentro. Si se pretende imprimir una revista, un boletín o algo parecido, habrá que enfrentar los costos del papel y los insumos del tipo de impresora disponible, de manera que será muy difícil, por ejemplo, distribuir semanalmente una edición de mil ejemplares con 20 páginas. Quienes eligen el audiovisual, una vez que cuentan con un par de cámaras y buenos micrófonos, más alguna computadora para hacer la indispensable edición, enfrentan el reto de multiplicar su producto, a través de discos o memorias digitales.

 No resulta aconsejable esperar a disfrutar de la libertad económica para adquirir la base material de nuestro derecho a la libre expresión. Internet nos permite tener espacios gratuitos donde podemos colocar textos, fotos y videos, con la ventaja de ser un medio interactivo.

¿Cómo llega al público esa opinión con tan baja conectividad en Cuba?
 
 
El concepto de “opinión pública” se originó en las sociedades donde existía el derecho a la libertad de información y a la libertad de expresión. Nunca nadie ha hecho referencia a cómo reaccionaba la opinión pública en la Alemania de Hitler o en la Unión Soviética de Stalin. ¿Se le puede ocurrir a alguien aludir a la opinión pública en Corea del Norte?

 Considero que la meta realizable es llegar al menos a los líderes de opinión: artistas, emprendedores, activistas de la sociedad civil; esas personas que son escuchados por muchos otros. La pretensión de llegar a todo el pueblo termina siendo paralizante. En las actuales condiciones de Cuba, solo el Partido Comunista, manejando los medios como una propiedad privada monopólica,  puede cumplir ese propósito y no podemos competir con él.

 Si ponemos en un plato de la balanza los resultados negativos de la baja conectividad, y en el otro el alcance real que permite Internet, vamos a obtener un saldo favorable. También queda la opción de quedarse callado, pero eso sí no conduce a ninguna parte.

¿Cuáles son los riesgos del Periodismo Independiente en este 2014?
 
 
Existe una tendencia a identificar al periodismo independiente con el periodismo contestatario. Alguien puede ser en La Habana el corresponsal free lance que reporte el paso de las aves migratorias y probablemente no se buscará ningún problema por eso, aunque no hay que descontar que un día le toquen a la puerta para “conversar con él”.

 Si lo miramos en retrospectiva, después de la Primavera Negra del 2003 (cuando unos 25 periodistas independientes fueron condenados a largas penas de prisión) las represalias se han limitado desde entonces a detenciones breves, campañas difamatorias, la ocupación de algunos medios y algún que otro maltrato físico ocasional. El verdadero riesgo es potencial y para colmo aleatorio. Eso crea una auténtica atmósfera de terror que coloca a los periodistas independientes, a los ojos de los observadores, bien como unos locos irresponsables o como unos héroes valerosos.

¿Existen leyes o instituciones que protejan a los periodistas independientes cubanos?
 
 
En el extranjero están la Sociedad Interamericana de Prensa, Amnistía Internacional, Reporteros sin Frontera, el Centro de Protección a Periodistas en New York y otras instituciones en Europa y América Latina. Dentro del país se puede contar con el apoyo del grupo Cubalex o la Asociación Jurídica Cubana, la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, entre otros grupos independientes, que han asesorado a muchos en situaciones donde la Seguridad del Estado les ha ocupado medios de trabajo sin los debidos requisitos legales. Pero no hay una sola ley, ni un aspecto de la Constitución ni nada  de carácter institucional oficializado que sirva de protección a estos caballeros andantes de la noticia.

En tales circunstancias, ¿qué hace que estos periodistas persistan en su trabajo?
 
 
Las mismas razones que llevaron a tantos misioneros a difundir el Evangelio en zonas habitadas por caníbales.

¿Es el periodismo independiente en Cuba una forma de activismo por los DDHH, incluso una fuerza de oposición política?
 
 
Quizás la forma más efectiva de luchar por un derecho sea ejercerlo a cualquier precio, o al menos a un precio razonable. Como suele repetir una persona muy cercana, en Cuba la realidad es profundamente opositora. Si los periodistas independientes se esfuerzan por mostrarla de la forma más eficiente, eso no los hace opositores, en el sentido estricto del término. El médico que diagnostica una enfermedad, el ingeniero que detecta un defecto estructural, el contable que descubre un desfalco, como el periodista que informa lo ocurrido con objetividad son profesionales que hacen su trabajo. Son los órganos represivos, enemigos de la libertad de información y de la libertad de expresión, quienes los catalogan como opositores, mercenarios, enemigos de la patria y otros epítetos.

 En lo personal, trato de escapar de las definiciones que terminan comportándose como una camisa de fuerza. Los bloggers, twitteros y otros comunicadores que practican el periodismo ciudadano, hacen lo suyo sin importar la palabra que los catalogue y todos merecen el respeto que se han ganado, no solo por hacer algo peligroso, sino además por intentar satisfacer una necesidad social.

Lilianne Ruíz

 Artículo tomado de http://www.cubanet.org/otros/periodista-independiente-un-oficio-dificil/